Subir un volcán es mucho más que una simple excursión al aire libre. Es una experiencia que pone a prueba nuestros límites físicos y mentales, y a la vez, nos conecta de una manera única con la naturaleza. A medida que ganamos altitud, nuestra perspectiva cambia, y el mundo que conocíamos se vuelve más pequeño mientras que la grandeza de la naturaleza se despliega ante nosotros revelándonos nuestra efímera existencia.
Para aquellas personas que han tenido la valentía y la curiosidad de experimentar esta sensación con el tiempo comienzan a valorar lo simple y a disfrutar cada momento de la vida, cada paso sobre la tierra, y esto es algo que sabe muy bien Don Miguel Ramos un navegante y montañista de la Octava región con más de 45 años de experiencias en la naturaleza, atleta consumado y líder de TREK NATURE una empresa familiar de turismo y actividades al aire libre (Ver: https://trancas.cl/trek-nature-excursiones-turismo-aventura-ascensos-y-trekking/) y que tuvo la amabilidad de invitarnos a una travesía de dos días al volcán Chillán junto a un grupo de turistas.
El volcán Chillán está formado por dos conos o estratovolcanes; el volcán Chillán Nuevo (de formación más reciente) con 3198 m y el volcán Chillán Viejo con 3195 m y que forman parte del complejo Nevados de Chillán una de las zonas volcánicas más activas de Chile y un desafío para todos los amantes del trekking y el senderismo de montaña. La intención era ascender con todo el equipo hasta aproximadamente 2500 m de altitud, donde estableceríamos un campamento para pasar la noche y a primeras horas de la madrugada se realizaría un intento de cumbre en el cono del volcán Chillán Viejo si el tiempo y las condiciones lo permitían.
Así un sábado muy temprano, luego de chequear el equipo y realizar el registro en carabineros llegamos hasta el estacionamiento del Termas de Chillán donde dejamos los automóviles y nos preparamos para dar inicio a la travesía. En total éramos 8 excursionistas cada uno cargando con una mochila de aproximadamente 10 kg con todo lo necesario y un par de raquetas para la nieve en los pies. La primera parte de la ruta consistía en subir por la pista de esquí que en algunas zonas alcanzaba una pendiente considerable.
Don Miguel lideraba la avanzada, aconsejándonos y hablándonos de sus experiencias como esquiador y montañista. Avanzamos lentamente, la nieve, la altitud, la pendiente que aumentaba en algunas zonas y el peso de las mochilas eran condiciones que, sin duda, pusieron a prueba nuestra voluntad y facultades físicas.
Creo que nos tomó alrededor de 4 horas llegar hasta las zonas menos empinadas y pronto hasta los pies del volcán a unos 2500 m de altitud. Eran alrededor de las 13:30 de la tarde. El día estaba insuperable, el cielo diáfano nos cobijaba con su manto azul y los volcanes y montañas a nuestro alrededor, con sus cimas blanquecinas, nos maravillaban con su imponencia. En una zona libre de nieve, comenzamos a montar el campamento. Don Miguel con sus conocimientos y experiencia nos enseñó algunos trucos para resguardarnos del viento y asegurar las carpas, así como derretir nieve para tener suficiente agua para beber.
Luego de comer y descansar lo suficiente Don Miguel nos instó a salir a dar una vuelta por los alrededores. Así llegamos a una meseta frente al Cerro Pirigallo con 2560 m y con una vista impresionante del Valle Las Trancas. A esas horas una enorme nube ascendía por el valle desdibujando el contorno de las montañas y filtrando los rayos del sol. Luego subimos para acercarnos un poco más al cono del Chillán Viejo que revelaba una cumbre con rocas desnudas y terreno volcánico. Cuando volvimos al campamento el sol ya se ocultaba por el oeste y una enorme nube cubría el valle así que no tardamos en meternos a nuestras carpas para descansar. Un viento fuerte comenzó a azotar durante la noche haciendo difícil conciliar el sueño.
A eso de las 5 am, un poco somnolientos, comenzamos a prepararnos para la ascensión. El viento no había amainado y la nieve se había endurecido durante la noche presagiando una ascensión difícil y de mucho esfuerzo, pero motivados por la cercanía del volcán y el sol que nos enviaba sus primeros rayos nos pusimos el equipo y partimos. Estábamos dispuestos a intentarlo. Don Miguel nos llevó primero por un camino de suave pendiente, tratando de resguardarnos del viento frío que soplaba implacablemente en nuestra contra. Nuestro avance era lento, con cada paso que dábamos parecía que enfrentábamos una resistencia invisible, como si la montaña misma estuviera probando nuestra determinación.
Unas 3 horas estuvimos tratando de acercarnos, pero en la medida en que ganábamos altura el viento aumentaba haciendo cada vez más difícil mantener el equilibrio sobre la pendiente congelada. Al final con el cansancio acumulado el viento se convirtió en un adversario insuperable y casi a unos 300 m de la cumbre nos reunimos y tomamos la sabia decisión de descender. Al final la verdadera meta era regresar sanos y salvos a nuestras casas.
En menos de 2 horas llegamos al campamento, comimos, descansamos y desmontamos todo para bajar. Descendimos en silencio y con cautela, reconociendo que la montaña había demostrado ser más imponente de lo que habíamos anticipado. Aunque la cumbre quedó fuera de nuestro alcance en ese momento, la experiencia desafiante dejó una marca indeleble en nuestro espíritu aventurero, enseñándonos la humildad ante la fuerza incontrolable de la naturaleza.
Y es que la montaña es así y un buen guía debería tener la capacidad de ayudarnos a tomar la decisión correcta en el momento oportuno, como lo hizo don Miguel con su sabiduría y experiencia. En sus propias palabras él nos pregunta y contesta: ¿Hay realmente una ruta única o forma de llegar a la cumbre? Normalmente no, la topología y el clima pueden cambiar revelándonos nuevos obstáculos y desafíos imprevisibles y un buen guía debería amoldarse a los cambios e ir indicándonos la mejor ruta, explicando porque una es mejor que otra, así como el momento adecuado para detenerse y renunciar. También nos enseño que el ascenso de una montaña o un volcán es un reto para aprender a controlar la respuesta del cuerpo al esfuerzo, al miedo y a la frustración, una invitación para aprender a conocernos y conectarnos con nuestro yo interno, el verdadero desafío.
También nos habló de su próxima gran aventura, la intención de escudriñar una ruta desde su refugio ubicado en el sector de La invernada (parte del tampón de la Reserva Ñuble e inserta en el corredor Biológico Nevados de Chillán y Laguna del Laja) hasta el centro de esquí del volcán Antuco en la región del Biobío en una travesía de aproximadamente 7 días, una idea que tiene desde 1995 y de la cual podrías formar parte.
Así que si quieres mayor información y/o un guiado personalizado en las rutas que el Valle Las Trancas tiene para ti y sin duda alguna tener una experiencia enriquecedora no dudes en contactarte con Miguel Ramos.
Celular: +569 9820292
Correo: mrtreknature@gmail.com
Excelente, la montaña siempre estará ahí, y cada ascenso será diferente no importa cuántas veces lo hagas.
La travesía Ñuble Antuco es una realidad, la hemos guiado en 4 veranos consecutivos, vídeo «entre Volcanes» en Youtube.