La ruta de las Fumarolas Olla del Mote es un sendero de dificultad media que precisa el registro en Carabineros antes de realizar el ascenso. Es relativamente corta pero con un desnivel positivo de 400 metros. Un sendero mágico.
El objetivo del camino grupal era apreciar un atardecer en el pico de esta ruta, partimos a las 15 horas luego de hacer el registro pertinente en Carabineros y con toda la alegría de contar con la posibilidad de tener un momento único con la naturaleza.
El recorrido comienza al costado del Estacionamiento del Pueblo, un lugar de aparcamiento donde dejar el auto o, a su vez, es el mismo espacio en que termina su viaje Rem Bus, la empresa que lleva desde Chillán a Valle Las Trancas.
El sendero es más complejo en invierno que en verano, ya que la nieve requiere otro tipo de equipamiento para el trayecto: linternas, crampones y bastones de trekking.
Comienza la subida hacia las Fumarolas

El comienzo de la travesía, con la vista al inicio del Centro de Ski Nevados de Chillán.
En este sendero hay un camino de desnivel positivo constante. Si bien el trayecto no es largo (1.5 kilómetros), la subida es permanente: 400 metros.
El camino ascendente es lo que categoriza al sendero como intermedio pero con un guía local, con entrenamiento y buen equipamiento, es posible realizar el mismo. Siempre recordando que es obligatorio registrarse en Carabineros.
Nuestro camino llevó nieve fresca, nueva, es decir que no estaba sólida. Del grupo, ninguno ni ninguna de quienes estábamos en el trayecto contábamos con experiencia en la nieve, por eso fue fundamental la presencia de Jose, una persona que ya realizó esta ruta e inició a muchas personas que deseaban experimentar este sendero.
Nuestro andar en la nieve
Paso tras paso, nuestras botas se hundían unos 20 o 30 centímetros, lo que no dificultaba el ascenso. Si bien es muy distinto para quienes no habituamos la nieve, ni era demasiada profundidad como para que costara levantar ni tampoco era una nieve sólida que nos haga deslizar.
Los crampones son cadenas que se colocan en los zapatos y permiten un mayor agarre que te protege del desliz por el hielo, que se produce por la solidificación de la nieve en días con baja temperatura. Es obligatorio contar con ellos para realizar el sendero en invierno.
Fumarolas
El llegar a las Fumarolas fue una parte muy gratificante en nuestro camino. El contraste entre el frío que sentían los pies, y que emanaba la montaña, contrastaba con el humo, con el calor de las aguas que pasan por debajo de lo que vemos.

A paso firme y con algún descanso entre subida y subida, nos encontramos con las Fumarolas.
Alegría frente al vapor espeso que emana la montaña. Alegría frente a las Fumarolas.

Luego de descansar un poco y apreciar tanto el vapor como la vista hacia atrás, hacia el camino que recorrimos hasta ese punto, bajamos por el Paso Pirigallo para apreciar con más precisión las Fumarolas.
Este trayecto fue efímero por dos motivos: el frío y el tiempo. Debido a que esta parte de las Fumarolas queda entre laderas, ya el sol hace varias horas que no se aparecía por ese terreno y la temperatura cambió mucho.
El tiempo que nos apremiaba, de alguna manera, debido a que teníamos que regresar hacia nuestro anterior punto y caminar unos metros para llegar al pico de la montaña. Una compañera, Javiera, relató con mayor precisión el Paso Pirigallo y su ¡intenso! olor a azufre.

Mi compañero Gabriel, contento con salir del paso fresco y volver al calor del sol.
Atardecer en el pico
Nuevamente nos remitimos a paso firme para llegar al pico de este sendero que sería donde cumpliríamos nuestro objetivo principal: observar el atardecer.
Con el asombro y la fascinación que caminaba con nosotros (o que nosotros caminábamos con ella) llegamos al pico en donde pensábamos que la alegría no podía ser mayor, pero sí, a cada segundo que transcurría, cada uno de nosotros se sentía mejor.

El pico de la ruta de las Fumarolas nos alegró a tal punto que nos quedamos mirando la caída del sol durante 30 minutos. Entre fotos, bolas de nieve, risas y silencios, completamos la mitad del recorrido con presencia, disfrute y la certeza de que siempre será un momento cúspide de nuestra vida.
Compartir con otras personas que conoce uno en esta travesía, valorar el esfuerzo físico que nos llevó al pico y dimensionar lo complejo que fue conocernos en este terreno, en la nieve, algo que no conocíamos y descubrimos en este sector de las montañas de la Región de Ñuble.
La otra mitad de las Fumarolas
La otra mitad del recorrido de las Fumarolas se completa en la bajada; por más de que el punto que más anhelábamos era el pico de la montaña, el camino se termina cuando estamos en el punto de inicio, en el Estacionamiento del Pueblo, camino a nuestro hogar.
La bajada fue mucho más rápida que la subida. Más allá del tiempo, hubo que bajar con cuidado porque la caída del sol hizo que la nieve sea más profunda. Con nuestros bastones y nuestro equipamiento profesional, bajamos y observamos otra paleta de colores completamente distintas.
El sol pleno de las 16 horas, no se compara con el color sepia de las 18 horas. Y mismo se puede ver el contraste entre el edificio del complejo de esquí del principio del viaje y el del final del recorrido.



La alegría fue total y encontrar con la posibilidad de realizar este sendero, es una de las gemas de la localidad de Valle Las Trancas. En esta otra nota ustedes pueden encontrar actividades y, entre ellas, los senderos con sus diversas dificultades. Ojalá puedan tener la oportunidad de acercarse y apreciar algunos de los caminos y de los recovecos de la montaña.