Mi atardecer en las Fumarolas

Un atardecer en las Fumarolas.

NUEVOS DESAFÍOS

Las Fumarolas es un espacio de encuentro, tanto con la naturaleza como con nosotros mismos. Eso lo pude descubrir experimentando el viaje hacia ellas. Una travesía marcada por la presencia de compañerismo, animales, vistas espectaculares y extraños con recomendaciones ideales. Para poder alcanzar a apreciar la belleza de un atardecer en las Fumarolas del Valle Las Trancas nuestro recorrido comenzó a las cinco de la tarde saliendo de casa. Nos dirigimos con entusiasmo por la carretera N-55 durante algunos minutos hasta llegar a la entrada de la ruta. A solo 100 metros del centro de esquí Nevados de Chillán estacionamos el auto, preparamos nuestros bastones de trekking y comenzamos a subir.

Comienza la ruta.

En la subida nos encontramos con un camino frondoso, en el que el coligüe nos indicó el camino con sus ramas y hojas delgadas. El día estaba nublado, por lo que la humedad de la tierra nos sirvió de compañera evitando caídas producto de polvo suelto.

De pronto, paramos. Se acercaban algunos ciclistas y venían equipados para subir y después bajar a velocidades que no podríamos equiparar con nuestros pies. Así fue como supe que este camino se ha utilizado a lo largo de los años como un lugar perfecto para realizar actividades como Trail Running, Mountain Bike y Fotografía, además del Trekking.

ENCUENTRO CON LA FAUNA

Continuamos nuestra travesía en medio de este espeso paisaje boscoso y cuando menos lo esperábamos, comenzamos a escuchar un sonido que se asemejaba al martillo chocando con la madera. Nos acercamos al ruido y nos topamos con un Campephilus Magellanicus, o como se conoce popularmente, un Pájaro Carpintero Negro.

Esta especie destaca entre sus pares por ser la más grande de Latinoamérica. Emblemática de los bosques templados de Chile y Argentina, posee un marcado dismorfismo sexual, con los machos de cabeza roja y las hembras de cabeza negra.

El que pudimos observar desde cerca era claramente un macho marcando su territorio y alimentándose de larvas que habitan en las maderas muertas de uno de los árboles aledaños. Tomamos algunas fotos y seguimos caminando, tratando siempre de no perturbar su atmósfera.

Para más información acerca del Carpintero Negro puedes visitar este informe del Ministerio del Medio Ambiente sobre su cuidado y sus características.

Tierra, roca y paisajes

Saliendo del sendero denso después de aproximadamente una media hora de actividad, nuestra vista se amplió hacia el paisaje del contexto. Con neblina y abundantes nubes, el color verde de los cerros que nos rodeaban contrastaba de manera excepcional. Creando una experiencia única que solo nos impulsaba a conseguir nuestro objetivo: experimentar el atardecer en las Fumarolas.

Desde este punto ya pude comenzar a sentir el olor a azufre del que tanto me habían advertido. A pesar de la carga negativa que tiene ese olor en su misticismo cultural, a mí me impulsaba a seguir, con la esperanza de que lo que se avecinaba iba a tener los mismos componentes históricos que comparten ese aroma. ¿Cuántas personas han pasado por aquí? Imagino que todas las vivencias han sido únicas, pero me pregunto ¿Qué sensaciones compartimos? A pesar de ser otoño, invierno, primavera o verano, la época en las que han transcurrido estos viajes, el olor a azufre siempre ha debido estar presente, indicando que cada vez estamos más cerca.

PASO PIRIGALLO

Antes de adentrarnos en el objetivo final de nuestra travesía, decidimos desviarnos por el camino del Paso Pirigallo. Para esto fue necesario transitar una vía frondosa inclinada hacia abajo. Así, llegamos a los baños de barro. En este lugar solían existir baños termales, por lo cual las formas de estos, se encuentran marcadas en la tierra. Hoy en día las personas lo visitan por su atractivo paisajístico, en el que la tierra, el barro y sus tonalidades cálidas contrastan de manera escultural con el verde de la vegetación que lo rodea.

Sin embargo, su característica más importante es servir como un punto de spa y relajación para sus visitantes. El barro o fango termal que sale desde el suelo en este sitio posee propiedades desintoxicantes, regenerativas, oxigenantes y tonificantes para la piel. Por lo que se utiliza mucho en el tratamiento de eliminación de células muertas y la reducción de marcas y manchas corporales.

Desde allí se pueden observar con claridad las Fumarolas. Este fenómeno natural consiste en la mezcla de gases y vapores que emanan de la superficie de la tierra producto de las actividades propias de los volcanes, produciendo grietas en la tierra que aportan textura a los escenarios que recorrimos. Aquí, nos paramos a observar un momento y a reflexionar acerca de nuestra propia geografía y topografía.

ATARDECER EN LAS FUMAROLAS

Atardecer en las Fumarolas.

El tiempo nos indicaba que debíamos subir más para observar con detalle el escenario. Por lo que decidimos devolvernos al camino de tierra, subiendo entre los árboles, para alcanzar la cima del cerro en el que nos encontrábamos. A medida que avanzábamos la vista se ampliaba cada vez más. Y una vez llegamos a nuestro objetivo pudimos tomar aire y disfrutar de los privilegios que trae consigo este sitio.

Allí nos mantuvimos en silencio unos minutos, viendo cómo la neblina se disipaba y abría paso a los colores majestuosos de la luz del sol y sus variados efectos en el cielo a medida que pasaba la hora.

VUELTA A CASA

El viaje no termina hasta que lleguemos a casa. Tomamos nuestras pertenencias, después de haber tomado todas las fotos correspondientes para subir a nuestras redes y guardar este momento como un recuerdo atesorado.

En nuestro descenso fue necesario prender linternas para iluminar el camino, ya que estaba comenzando a anochecer. A mitad de camino nos encontramos con un grupo de locales que habían subido a visitar las Fumarolas por el barro volcánico.

Nos acompañaron en el camino contando historias y recomendándonos cervezas artesanales que compraríamos en alguna tienda minutos más tarde, para llegar a casa a celebrar esta travesía que nos unió como grupo y nos hizo encontrar una esencia natural escondida en cada uno de nosotros. Escondida precisamente en el Atardecer de las Fumarolas.

Fin del Sendero

Javiera Carvajal

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